Tipos de energías renovables y sus ventajas
¿Qué son las energías renovables?
Cualquier tipo de energía que provenga de una fuente renovable se considera renovable. A diferencia de las energías como el carbón o el petróleo, estas energías no dependen de elementos que, al usarlos, generan contaminación.
Las energías renovables no producen gases de efecto invernadero ni tampoco generan un impacto sobre el medio ambiente. Gracias a sus ventajas las energías renovables ofrecen una mayor independencia, favoreciendo el desarrollo de las tecnologías y potenciando el crecimiento del país.
Dentro de la clasificación de los tipos de energías renovables encontramos varias como la energía solar, la eólica, el biogás y la biomasa, la energía hidroeléctrica y la marina o la energía geotérmica.
Ventajas de las energías renovables
Como ya hemos dicho, estos tipos de energías renovables son 100% limpias, no contaminan ni emiten cualquier tipo de contaminación. Di adiós a los tan indeseados gases de efecto invernadero que están destruyendo nuestro planeta.
Su principal ventaja frente a las energías no renovables es que no se agotan. Eso sí, dependen de los recursos naturales. ¡Por eso tenemos tantos tipos de energías renovables! En nuestro país la energía solar y la energía eólica son las dos más empleadas, ya que gozamos de sol casi todo el año y buen viento en la zona norte.
Con el paso de los años, las tecnologías empleadas han ido reduciendo su coste hasta llegar a poder a los bolsillos de todos los consumidores. Tenemos placas solares para todos, desde más asequibles hasta más premium. Cada año que pasa, su precio se va reduciendo.
Por supuesto, las energías renovables ayudan a colaborar con el medio ambiente. Reducimos la contaminación, combatimos el cambio climático y reducimos el coste de la energía. ¡Son todo ventajas!
Desventajas de las energías renovables
Pero no todo podía ser bueno… Ya que dependen de los elementos, son energías intermitentes. Solo generaremos energía solar cuando haya sol, ya que si es un día nublado su potencia disminuye.
Su principal desventaja es la inversión: requieren más dinero que su contraparte contaminante. ¡Pero merece la pena! A la larga, su coste se reduce mucho más. Esto también implica un mayor mantenimiento para asegurarnos de que los aparatos a la intemperie siguen en buenas condiciones.