Energía verde y consumo responsable
Energía verde
La llamada energía verde es aquella proveniente de fuentes naturales e inagotables de energía, que resultan respetuosas con el medio ambiente al no tener mayor impacto por contaminación. Con esta energía se produce electricidad, gas, calor y combustible de manera limpia.
Este tipo de energía, que implica la conversión de una fuerza de la naturaleza –como el sol, el viento o el agua– para transformarla en energía, se denomina verde por no producir contaminación ni emisiones de CO2 en su generación.
Todas las energías verdes son renovables, pues se siguen generando por acción natural; sin embargo, es importante destacar que no todas las energías renovables son verdes y limpias; tal es el caso de los biocarburantes, que sí generan emisiones de CO2.
Algunas ventajas de usar energías verdes
- Colaboran con el medio ambiente, frenando el cambio climático
- Son inagotables, como el sol o el viento
- Reducen la dependencia energética a fuentes de energía no renovables
- Permiten el autoconsumo
- Favorecen el desarrollo económico de las regiones en las que se producen
- Traen consigo un ahorro de dinero para el consumidor
Consumo responsable
Además de colaborar con el cuidado del medio ambiente a través del uso de energías verdes, podemos hacerlo también consumiendo responsablemente otros productos más allá de los relacionados con la energía.
Esta acción se denomina consumo responsable e implica adquirir o utilizar productos y servicios, guiados no solo por satisfacer una necesidad de uso en sí mismo, sino por cumplir con criterios sociales y medioambientales. De esta manera se busca garantizar un consumo con poco o nulo impacto sobre el medio ambiente y el entorno.
Existen dos premisas centrales en el consumo responsable. Por un lado, la idea es consumir menos, adquiriendo solo lo que realmente se necesita. Por otro, que lo que lleguemos a consumir sea un producto sostenible y, de ser factible, solidario.
Es decir que consumir responsablemente implica conocer más a fondo sobre el producto que queremos adquirir, cuestionándonos si es realmente necesario que lo adquiramos o utilicemos. Asimismo, implica tener en cuenta a la hora de adquirirlo no solo su precio, forma o calidad, sino también su origen sostenible y el impacto que su producción pueda haber causado en su entorno.
Así pues, prima en este tipo de consumo el cero desperdicio (como la compra de alimentos a granel), el consumo de kilómetro cero (para consumir lo que se produce en la cercanía, disminuyendo la contaminación en el transporte) o la reutilización de productos (como sucede con la compra de ropa de segunda mano).
Consumiendo responsablemente y utilizando energías verdes podemos lograr que nuestro impacto en el medio ambiente sea el menor posible. ¡Tú también puedes ser parte del cambio!